Un árbol distraído

 

 

 
 

El jardín de Don Roberto está lleno de plantas: rosas, jazmines, claveles. Y justo en el medio hay un arbolito: tiene un palo atado al tallo para que crezca derecho y sin romperse.

 

Es lindo y de color verde, sólo verde porque no tiene flores ni frutos.

 

Cada dos por tres Don Roberto sale al jardín a revisar las plantas y cuando le llega el turno al arbolito, lo mira ceñudo, sacude la cabeza y dice:  - Este verano tampoco...  

 

El arbolito lo escucha intrigadísimo y sin entender -¿Este verano tampoco que? ¿Que hay que hacer?

 

Pero nadie le responde y por eso (porque nadie le contesta) sigue creciendo lindo y completamente verde.

 

Lindo pero sólo, sin abejas ni picaflores que le hagan compañía.

 

Y un día llegó la primavera:  Al rosal de al lado le nacieron unas flores rojas que perfumaban todo el jardín.

 

-Que rosal espléndido- exclamaban los vecinos de Don Roberto.

 

-Que lindas rosas - comentaban las amigas de Susi (la hija de Don Roberto)

 

Y no sólo gente recibía el rosal, también era visitado por abejas y colibríes. Era una planta de los más popular.

 

El arbolito, en cambio continuaba allí en medio del jardín, verde bonito y sólo.

 

-¡Caramba!- se dijo - ¡A mí también me gustaría tener muchos amigos! - y mirando al rosal tomó una decisión- Voy a fabricar rosas.

 

Pero por más que se esforzó no consiguió ni un mísero pimpollo.

 

Por fin llegó el otoño y todo el jardín se volvió un poco marrón y otro poco amarillo.

 

Al arbolito se le cayeron una por una, todas sus hojas, no sólo se sentía triste y confundido sino también pelado.

 

Y ahí estaba, con el ánimo absolutamente nublado cuando escuchó que Susi salía al jardín con su amiga Florencia.

 

-¿Y este arbolito?-preguntó Florencia parándose delante.

 

Ah...   es un duraznero...   es sano y fuerte pero nunca dio un sólo durazno, nadie sabe por qué- Contestó Susi

 

-A lo mejor es distraído -dijo Florencia y mirándolo fijo gritó:  -¡SOS UN DURAZNERO!! Tenés que dar DURAZNOS!

 

- ¡Caramba! ¡por ahí cantaba Garay!-  Se dijo el arbolito. -Haberme avisado antes!

 

Y esa primavera se llenó de flores pequeñitas color amarillo que se transformaron en duraznos ni bien llegó el verano.

 

-Por fin- exclamó Don Roberto al verlo y fue corriendo a llamar a todos; también llegaron abejas y colibríes,

 

Ahora en el medio del jardín de Don Roberto hay un arbolito, ya no tiene un palo atado al tallo porque crece sano, fuerte, verde y bonito con amigos y duraznos.

 

Publicado con autorización

de su autora: Adriana Ballesteros

 

 
 

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