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            Cuando 
            conocimos a nuestro entrevistado de hoy, lo hicimos de la mano de 
            “Filgrid, el mago de los caminos” y tal vez porque en ese encuentro 
            la magia hacía chispitas por el aire, supimos que nos encontrábamos 
            frente a un ser maravilloso: LUCIANO SARACINO. Estamos seguras de 
            que cuando lean el reportaje, en muchos de ustedes se despertará el 
            encanto, y tal como todos sabemos… una vez que esto sucede, la 
            pasión por la lectura no se puede detener… Con ustedes, Luciano 
              
            
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            : - Cuando eras 
            chico ¿Qué relación tenías con la lectura?  
            
              
            
            Luciano:-
            Digamos que fui 
            un niño tres veces bendecido al respecto. Primero, porque pertenezco 
            a esas contadas familias con mamá talentosa a la hora de leerle 
            cuentos a sus hijos. Segundo, porque mi papá atesora cientos de 
            historietas de cuando él era chico -con joyitas como El Eternauta-, 
            y se sabe que nada más sugerente para un niño curioso que esas 
            viñetas y sus globitos. Y tercero, porque mi hermano mayor era todo 
            un intelectual en miniatura, por lo que, cuando quería, llegaban a 
            mis tempranas manos libros de Bradbury, Poe, Asimov, Tolkien y ese 
            tipo de cosas que a uno le marcan la vida. Una vez, para darles un 
            ejemplo, estaba leyendo La Metamorfosis de Kafka en una grada de la 
            escuela y una maestra se me acerca y me pregunta si entendía lo que 
            estaba leyendo. En realidad, lo que no entendía era lo que me estaba 
            preguntando ella… ¿¡cómo no iba a entender el libro de un tipo que 
            se convierte en bicho!? 
            Lo que sí, no 
            era el prototipo de “niño lector encerrado en sí mismo”. Antes que 
            leer me gustaba hacer lío, y jugar a la pelota, y enamorarme de la 
            risa de la más linda de la clase. Vivía con las rodillas llenas de 
            cascaritas, y a veces eso se extraña bastante. 
              
            
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            : - A partir de qué 
            momento o con qué título, te diste cuenta de que el vínculo tuyo con 
            la lectura se convertiría en profesión. 
            
              
            
            Luciano:- 
            Es muy difícil ser concreto al respecto. Ha sido muy paulatino, y 
            todavía el proceso continúa (si bien con la certeza absoluta de que 
            en las palabras está mi manera de cambiar el mundo -que es lo que 
            todos queremos, en el fondo-). Lo que sí puedo decirles es que tuve 
            golpes contundentes que me fueron marcando de a poquito hasta algún 
            día que me habré aparecido ante el grupo de amigos con la frase 
            -infundada, por supuesto- de “quiero ser escritor”. Esos golpes 
            contundentes a los que me refería fueron: “El Mago de Oz”, que lo 
            leí por primera vez en mi vida a los seis años y que me dejó boyando 
            porque ese tipo de historias marcan a cualquiera. Después, como les 
            decía, fue la historieta. Me gustaba escribir guiones para que 
            amigos más talentosos en el arte del dibujo las ilustraran. De más 
            grande, a los doce, andaba con ganas de ser el Stephen King 
            argentino y me la pasaba escribiendo relatos de terror que hoy se 
            mueren de vergüenza más que de miedo. Hasta ahí eran todos juegos. 
            Como deben empezarse las cosas si uno quiere divertirse. Sabía que 
            tenía la facilidad para unir algunas frases pero me faltaba el 
            empujoncito; que me digan “vos podés, dale”. Y ahí apareció Maite 
            Alvarado y toda su magia. El hada madrina de mi historia. 
            
              
            
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            : -Sabemos que 
            conociste a Maite Albarado. ¿Qué cosas recordás de ella? y ¿Cuál fue 
            su mediación para incorporarte al mundo de la Literatura Infantil? 
            
              
            
            Luciano:- 
            Lo que recuerdo 
            de Maite Alvarado siempre es, primero, su sonrisa. De abuelita 
            -aunque joven- de cuento. Yo estudiaba por aquellos años la carrera 
            de Comunicación en  la UBA y ella era titular de cátedra en una de 
            las materias. Eligió un trabajo mío -una biografía apócrifa del 
            pirata Barbanegra- que se incluyó en un libro publicado por Eudeba 
            en el 2001. Nos caímos personalmente bien después de que nos 
            tuviéramos que juntar para armar la presentación del libro y esas 
            generalidades de las previas a las publicación (que, dicho sea de 
            paso, a mí me tenían nerviosísimo porque por entonces publicar algo 
            en un libro era exactamente igual que ir a la luna o que me llamen 
            para jugar un partido en la selección). Se reía mucho con mis 
            payasadas, y yo la admiraba como se admira a los maestros. Un día le 
            comenté que me estaba yendo a la feria de Bologna para mostrar un 
            proyecto (que después tomaría la forma de Filgrid) y quedamos que, a 
            la vuelta, nos juntábamos para ver cómo me había ido. Me llenó de 
            consejos. El viaje se me hizo un poco más largo de lo previsto y me 
            avisaron por mail que Maite se había mudado al barrio que hay detrás 
            de las estrellas. Me quedan muchísimo recuerdos y un respeto enorme 
            que se mantiene intacto como su talento. Todavía leo las cosas que 
            escribió para chicos y las considero el manual más perfecto que se 
            pueda llegar a tener en éste camino.  
            
              
            
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            : -El primer libro 
            tuyo que conocimos fue “Filgrid, el mago de los caminos” imaginamos 
            que te dio muchas satisfacciones… pero ¿Cuál fue el libro que te dio 
            más trabajo? 
            
              
            
            Luciano:- 
            Lo que pasa es que me cuesta asimilar el concepto de “escritura” con 
            el de “trabajo”. Digamos que escribo como juego o amo. Lo que más 
            tarda, en mi caso, es todo el momento de creación de la historia. El 
            darle vueltas a una idea. Hay libros en los que tardé años en 
            desarrollar la historia y un par de días en escribirlos (como el 
            “Elisa se va de vacaciones”, ilustrado por Sebastián Barreiro o el 
            “Monster Diaries” ilustrado por Poly Bernatene). En otros casos 
            tardo dos minutos en imaginarme toda una historia y dos o tres años 
            en escribirla (como la novela “Nuestra Casa”, inédita o la gesta 
            fantástica “El trópico de los caballos”, que está inspirada en un 
            sueño que me contó la artista plástica Abril Barrado y que la fui 
            escribiendo en tres continentes distintos a lo largo de tres 
            larguísimos años).  
            
              
            
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            : -¿Cómo imaginas a 
            tus lectores? Mantenés algún tipo de contacto con ellos? 
            
              
            
            Luciano:- 
            En el caso de la literatura infantil el vínculo con los lectores es 
            lo más lindo que hay. Los chicos -especialmente los más chiquitos- 
            no tienen esa cuestión de “ahí está el que escribió tal o cual 
            libro” que sí tenemos nosotros. A los chicos les gusta o no una 
            historia. Les pega tal o cual dibujo. Y cuando vienen y te lo dicen 
            es un premio de verdad. Que un nenito que apenas habla se me acerque 
            y me diga “¿Y Elisa?” roza lo mágico. Y uno se acuerda lo importante 
            que eran las historias para la propia infancia. A veces voy a algún 
            colegio en el que leyeron “Filgrid”, o en la feria infantil, que voy 
            a firmar ejemplares, y la prueba está en las sonrisas de los pibes. 
            Como escritor la responsabilidad más grande que hay es que las 
            historias que se puedan llegar a escribir van a permanecer por un 
            tiempo más o menos largo viviendo con un montón de otras cosas en el 
            interior del pibe que le van a estar formando la personalidad. Es 
            precioso saber que lo escribiste en tu casa encerrado y solo tenga 
            una vida tan flexible cuando se convierte en libro. Por otro lado, 
            de  todo lo que tengo publicado en Europa no tengo más rebote que la 
            cantidad de ejemplares vendidos. Y eso es una cifra. No la sonrisa 
            de un pibe que viene y te cuenta el cuento que vos mismo escribiste. 
            Así que lo más lindo es siempre escribir cosas para chicos que 
            puedas ver, que les puedas escuchar los comentarios. 
            
              
            
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            : -Además del cuento 
            ¿Con qué otros géneros experimentaste? Y en cuál te sentís más 
            cómodo? 
            
              
            
            Luciano:- 
            En estos momentos están por publicarme dos libros de historietas en 
            Europa (uno en Francia y otro en España). Ahí me pude dar el lujo de 
            jugar con superhéroes y con lo que se llama “novela gráfica”, que es 
            como se llama hoy en día al cómic para lectores adultos. También 
            escribo ensayos sobre monstruos en una revista de literatura 
            argentina llamada Oliverio. Digamos que me gusta mucho sentarme a 
            escribir, y depende del momento me pega más para un lado que para el 
            otro. Tengo varias novelas en mi computadora que nunca le mostré a 
            nadie, y hace un año escribí un relato testimonial sobre un caso 
            real de los que pasan todos los días en nuestra tierra pero que 
            pocas veces nos interesamos. Creo que hay también toda una cuestión 
            de obligación de contar las historias de los que no pueden contarlas 
            porque no los dejan (pero eso es tema para otro reportaje). Gozo 
            muchísimo también escribiendo letras para canciones que mi amigo de 
            la infancia -hoy tanguero de ley- Luis Sampaoli canta por el mundo. 
            Pero si me apuran un poquito les respondería sin dudar que los más 
            disfruto en mi mundo literario es escribir libros para chicos e 
            historietas.  
            
              
            
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            : -¿Con qué público 
            te sentís más cómodo? 
            
              
            
            Luciano:- 
            Con el que tengo en la cabeza a la hora de escribir. Es una especie 
            de platea imaginaria compuesta por un montón de chicos que conozco y 
            que sé lo que les va a gustar y con lo que se van a reír. Digamos 
            que sé que si tal o cual historia le va a gustar, no sé, a 
            “Joaquín”, o a “Giaccomo”, o a “Micaela”, va a ser una historia 
            buena. Me siento cómodo también cuando el niño que fui se divierte 
            con lo que escribe el adulto que soy. Por lo demás, considero que 
            escribir para chicos -cuando esa acción se toma con la seriedad que 
            se merece- es una responsabilidad enorme. Una hermosa 
            responsabilidad que hay que tomársela bastante en serio pero sin ser 
            solemnes porque se volvería un bodrio lo que debe ser fresco. 
            
              
            
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            : -¿Qué consejos le 
            darías a un escritor que recién se inicia? 
            
              
            
            Luciano:- 
            Yo, ninguno. En todo caso le entregaría en una cajita (como lo hace 
            Filgrid) consejos que fui recolectando de otros autores que sí 
            pueden dar consejos. “Contempla el mundo”, decía Bacon allá por el 
            1200, y no hay nada más concreto que eso.  Ahí ya está todo. 
            Después, bajarlo al papel cuesta más o menos trabajo. Pero en el 
            mundo están las historias, no hay vueltas. No se puede prescindir de 
            mundo si se quiere contar algo. Tenemos que ir como cazadores de 
            mariposas atrapando las historias que andan por ahí. Sobre la forma 
            de escribir lo que el mundo nos regala, Horacio Quiroga (mucho más 
            acá en el tiempo y en el espacio), nos dice que “si quieres expresar 
            con exactitud esta circunstancia: “desde el río soplaba un viento 
            frío, no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para 
            expresarla. Una vez dueño de las palabras no te preocupes en 
            observar si son consonantes o asonantes”. Me gusta ese tipo de 
            máximas. No darle demasiadas vueltas al asunto. Además, el escritor 
            que recién se inicia ya sabe el camino que va a querer recorrer y el 
            esfuerzo que va a querer dedicarle a esa caminata. ¡A escribir!, que 
            después de todo se trata nada más que de eso.  
            
              
            
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            : -A mediados de 
            año, recibiste el Primer Premio del VI Certamen Internacional de 
            Álbum Infantil Ilustrado “Municipio de Alicante” junto a la 
            ilustradora Leticia Ruifernandez ¿Cómo fue la experiencia de 
            escribir a cuatro manos? y ¿Qué significan para vos los premios?
             
            
              
            
            Luciano:- 
            El libro que 
            ganó ese premio se llama “Cuento Hasta Tres”. El texto lo escribí yo 
            y los dibujos son de la ilustradora española Leticia Ruifernández. 
            El proceso de escritura fue absolutamente mágico. Durante nuestro 
            verano -invierno en España- yo estaba pasando unos días en la casita 
            que ella tiene con su esposo -Javier de Isusi, también dibujante y 
            con el que tenemos algunas historietas publicadas y por publicarse- 
            en un pueblito de cuento en Extremadura. Jugábamos todas las noches 
            a inventar historias y nos prometíamos que no podía irme de su casa 
            sin dejarle un cuento de regalo. ¡Y el cuento no aparecía! 
            Finalmente, inspirado por un dibujo que Leticia tenía en su carpeta, 
            salió de un tirón la historia del nene que se encuentra en el patio 
            de su casa con una nube y de todas las cosas que suceden desde ahí. 
            Lo escribí, se lo di a Leticia y seguí viaje. Ella lo que hizo fue 
            ponerle la magia de sus acuarelas y lo que quedó fue una maravilla 
            que ganó el premio que ustedes mencionan y que se va a publicar en 
            la editorial Anaya a fin de año. Sobre tu pregunta de qué significan 
            los premios para mí te respondo que para mí haber sido premiado 
            significa haber recibido un llamado de Leticia -con sus nueve meses 
            completitos en su vientre- una tarde que no tenía mucho para 
            ofrecerme y quedarnos con ella gritándole de alegría al tubo durante 
            veinte minutos o algo así. Eso. Hacer algo con gente a la que se 
            quiere sinceramente y, encima, recibir una caricia de parte de 
            terceros por lo hecho.  
            
              
            
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            : -¿Te resultó fácil 
            ingresar al mundo de la LIJ en España? 
            
              
            
            Luciano:- 
            No lo sé. No me di cuenta de que estaba haciendo un camino en ese 
            sentido. Las cosas se fueron dando lentamente pero sin pausa. Creo 
            que “ingresar” no es la palabra justa. Digamos que estoy golpeando 
            la puerta de vidrio del lado de afuera. ¡Y hace un frío! 
            
              
            
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            : -Generalmente 
            terminamos nuestros reportajes preguntando a los autores por sus 
            sueños, expectativas e inquietudes para el futuro próximo. ¿Te 
            gustaría compartir un poquito de tus sueños con nosotras? 
            
              
            
            Luciano:- 
            Me encantaría, 
            por supuesto. Tengo, por un lado, el sueño grande, el externo. El 
            que compartimos millones y millones y que se trata de que cese la 
            maquinaria de la guerra, del hambre y de la exclusión. En realidad, 
            más que sueño, esa es la parte de adentro que me quita el sueño. No 
            puedo -y espero nunca poder- pasar indiferente frente al dolor del 
            otro. Y el otro sueño, el chiquito, el interno, me habla de mantener 
            la sonrisa. Hacer de mis cositas pequeñas una forma de vida. No sé; 
            armar una buena pareja con mi pareja; escribir cada vez que quiera y 
            no cuando me persigan los calendarios; ser un buen tío ahora y un 
            excelente padre después… si te tengo que poner en palabras un sueño, 
            te diría sin pensarlo mucho sueño que en diez o veinte años me 
            encantaría que se me acerque un nenito que apenas sabe hablar y que 
            me pregunte: “¿Y Elisa?”.    
              
            
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            : -Gracias Luciano! 
            Mirta 
            Rodríguez- Viviana Elda Benitez |