Reportaje a Franco Vaccarini

 

   
   

Hoy les proponemos conocer a través de su palabra, a un escritor, que ha sabido conmovernos con su buena literatura. Con ustedes, Franco Vaccarini.

 

L7CM: -¿Qué querías ser cuando eras chico? ¿En qué momento surgió tu vocación de escritor?

FRANCO: -En algún momento quise ser inventor, albañil, colectivero, pero desde los 9 años ya escribía canciones, poemas... y quería que lloviera, porque los días de lluvia, en la escuelita rural faltaban muchos chicos y la señorita nos daba un ejercicio que llamaba "narración ilustrada", que consistía en recrear algún cuento que habíamos leído. Eso era la felicidad para mí. A  los 12 años ya decía que iba a ser escritor. Mi vocación temprana pasó más bien desapercibida, y te diría que hasta alentada clandestinamente por algunos miembros de la familia. Son las ventajas de tener muchos hermanos.

 

L7CM: -¿Naciste en Lincoln, provincia de Buenos Aires. ¿Cómo influyó ese paisaje en tu obra?

FRANCO: -Tengo dos libros de cuentos, Ganas de tener miedo y El hombre que barría la estación donde recreo mi infancia, con su paisaje y sus misterios domésticos. Si en alguna historia me toca hablar de la Selva Negra o el Golfo de México, trato de hacerlo con la misma familiaridad.

El campo tuvo dos caras para mí. De día, todo bien, pero la  noche en la llanura es muy silenciosa y en algún punto el silencio se unía a una sensación de soledad, de angustia de la que pocas veces me salvaba. Me resistía a dormir, y cuando me acostaba, leía un rato en la cama, mientras escuchaba los grillos, el ruido de un motor en la ruta, un perro ladrando. Mi angustia siempre fue secreta y, creía, sin arreglo, pero ahora está cubierta por una capa de "adultitis", que hace que tenga miedo a cosas imaginarias. Los miedos reales son los de la infancia: la soledad, la oscuridad, la ausencia. Ahora le tengo miedo a la cuota del crédito.

 

L7CM: -¿¿Lees frecuentemente? ¿Cuánto tiempo le dedicas a la lectura? ¿Qué tipo de textos preferís?

FRANCO: -Leo mucho, todos los días, varias horas. Hoy, 7 de febrero de 2005, estoy leyendo El muerto vivo, de Stevenson. Resulta que un vecino se fue de vacaciones y me pidió que le cuide a la perra, que está en un viejo taller, en la terraza, donde descubrí libros medio arruinados en un estante y así, lleno de polvo, me encontré con este texto de un humor filoso que habrá admirado Borges, sin duda. Ojo, cumplo con mis obligaciones ciudadanas, pero siempre estoy robando tiempo para leer y no necesito un ambiente especial: leo en el subte, en casa, en los bares, hasta caminando, aunque no lo aconsejo. En cuanto a los textos que prefiero, no encuentro mejor manera que nombrarte los libros que tengo en este momento en mi escritorio de trabajo:  Cuentos de guerra de Maupassant,  A salto de Mata, de Paul Auster, Genji Monogatari, de Murasaki Shikibu, Novelas de San Petersburgo, de Gógol, Relatos de Robots y Preguntas Básicas sobre la ciencia, ambos de Asimov, Aforismos, de Lichtenberg, Las maquinarias de la noche, de Abelardo Castillo, el ensayo de Damián Tabarovsky Literatura de izquierda, Los días del Fuego, de Liliana Bodoc y Brujas en el bosque, de Mario Mendez, Del cielo a casa de Hebe Uhart, y libros sobre héroes medievales, como Sigfrido y el Rey Arturo - acabo de hacer versiones para Cántaro -. No te menciono varios libros de piratas, y La metamorfosis de Kafka, que ya es como un amuleto tenerlo cerca. Todos estos libros o bien acaban de ser leídos, o serán leídos mañana, o los tengo a mano porque necesito releerlos. Obviamente, algunos son libracos tremendos como el Genji Monogatari, sobre el cual practico una relectura espontánea y al azar para encontrarme con esta frase de la página 19 "¡Qué locos aquellos que confían en su buena suerte!" Sentido común japonés, siglo XI.

 

L7CM: -¿Sabemos que conociste a Jorge Luis Borges. Nos podrías contar ¿Cómo fue ese encuentro? ¿Cómo lo viviste? ¿Qué cosas rescataste de ese momento? ¿Qué cosas de ese encuentro influyeron en tu actividad literaria?

FRANCO: -Yo tenía 18 años y estaba esperando el servicio militar: necesitaba hacer algo "grandioso" para encontrarle un sentido a esa espera tediosa. Lo cierto es que lo llamé por T.E. y la cita se concertó de inmediato. Borges recibía a todo el mundo. Aparecí en el departamento de la calle Maipú, con nueve preguntas que iban a arreglar el resto de mi vida y un enorme grabador japonés que me prestó un amigo. Cuando Borges entro a la sala con su bastón africano, se sentó y de inmediato me quiso mostrar el bastón. Yo cometí un error: se lo saqué suavemente de las manos, para observarlo mejor y justo el aparato hizo una terrible descarga y él se asustó, pero pude sobreponerme. "¿Dónde está el bastón?", preguntaba. "¿Qué pasó?". A pesar de ese bochorno, no me consideró peligroso, porque Fanny  se fue de compras. Nos quedamos solos y  me pidió que atendiera el teléfono cada vez que sonaba. Borges no paró de hablar, yo escuchaba y cada tanto metía una pregunta. Recuerdo que el 29 de marzo de 1982 hice la entrevista y al día siguiente hubo una tremenda manifestación contra el gobierno de facto, y tres días después, el 2 de abril, estábamos en guerra. La entrevista salió en radio Lincoln y nunca fue publicada en un medio gráfico. El sólo me fue llevando a los temas que me interesaban y no dijo nada nuevo, pero me sorprendió mucho escuchar de sus labios una "mala palabra". Hablando de sus viajes, y de la pobreza en Latinoamérica, me dijo: ¿Usted sabe que en Bolivia la gente caga en las calles? En un momento le pregunté que pensaba de la guerra y comentó que a pesar de que las guerras defensivas eran justas, el prefería citar a Alberdi y decir que la guerra era un crimen. Tres días después, sorpresa, estábamos en guerra. Ahora, en cuanto a influencia, ninguna, salvo la de recibir bien a las visitas y de intentar ser un lector atento.

 

L7CM: -¿A la hora de escribir tenes predeterminado el público hacia el que va dirigido?

FRANCO: -Hace tres años que toda mi narrativa es para un público lector juvenil. Los temas para adultos los anoto, los dejo a un costado, por ahora. Normalmente, de antemano intuyo si una idea es para chicos o adultos.

 

L7CM: -¿A algunos escritores, les cuesta mucho dar por finalizada su obra ¿Es ese tu caso?

FRANCO: -He reescrito varias veces una novela que hice sin más plan que el detonador inicial, pero mis últimas historias han sido más sencillas de resolver, porque me armo un esquema previo. Me ayuda mucho. Si tengo el final de antemano, todo irá bien.

 

L7CM: -¿Qué libros seleccionarías como los mejores de la biblioteca de tus hijos?

FRANCO: -Yo tengo dos hijas. Valentina tiene 12 años y Camila 5. Valentina se mandó de cabeza a la lectura con Harry Potter, a los 10 años. Por lo demás ha leído decenas de novelitas de terror, que le encantan, tipo Escalofríos.  Ahora, como distraído, le voy tirando pistas: hace poco se leyó de un tirón El cazador oculto, de Salinger. Estas vacaciones me llevé a Miramar Luz de agosto. de Faulkner. ¿Podés creer que la mocosa ahora lo tiene en su cuarto? Y eso que en Miramar lo usé, más que nada, para trancar la puerta del baño, que de noche se movía con el viento y hacía ruido.

Camila todavía está en la pre-lectura, yo le leo el cuentito a la noche, o la mamá: por ejemplo Irulana y el Ogronte, de Graciela Montes, o Acá hay teatro para rato, de Adela Basch, o Mariporejas, de Graciela Repún, o algunas versiones de clásicos de Patricia Suárez, por ejemplo. Por supuesto que hay infinidad de libros que aún no he descubierto y otros que he disfrutado yo y no tanto ellas.

 

L7CM: -¿Cómo reaccionan tus hijos ante tus cuentos? ¿Tenés en cuenta sus opiniones o reacciones?

FRANCO: -Desde hace un par de años, Valentina es mi primera lectora y su entusiasmo o no entusiasmo es muy determinante para mí.

 

 

L7CM: -¿Si pudieras elegir ser el autor de un libro, cualquiera, de cualquier época, cual elegirías?

FRANCO: -Otra vuelta de tuerca, de Henry James, el perfecto libro de fantasmas. O acaso La metamorfosis, de Kafka.  Pero también me hubiera gustado escribir novelas "menores", de ciencia ficción como El fin de la eternidad, de Asimov, o Estación Hawksbill, de Robert Silveberg, que habla de un régimen que secuestra a los disidentes y los mete en una cárcel que queda a mil millones de años en el pasado, sin pasaje de vuelta. Las paradojas temporales son mi debilidad.

 

L7CM: -¿Cuáles son tus proyectos para el 2005?

FRANCO: -Estoy terminando una novela, último capítulo. En estos días sale una antología de Ediciones Amauta, del flamante editor Mario Méndez, donde hay una novela corta de Mario, otra mía y otra que es una creación colectiva de Angeles Durini y un grupo de escritoras, todas ambientadas en el sur. Se titula Patagonia: tres viajes al misterio.  En marzo sale el primer número de Mil Mamuts, una revista de cuento argentino y latinoamericano, en la cual puse parte del escaso tiempo libre que tengo, donde vamos a publicar los mejores cuentos de los autores vivos desde México hasta Argentina. Hay más, pero, bueno, iremos, paso a paso y agradeciendo cada paso.

 

Muchas gracias Franco…

 

Prof. Viviana Elda Benítez

 

   
       
         

Si querés conocer un poco más a Franco Vaccarini:

Reseñas de los libros:

Cuentos:

   
         

 

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