Olga Drennen 

Autobiografía autorizada

Voy a decir una verdad de Pero Grullo: todo en la vida tiene un principio. Y, otra más, yo también empecé. Un 13 de febrero de 1942 empecé. Según cuentan, lo primero que hice fue líos. Tantos que en casa me llamaban Mariquita Terremoto. ¿Qué líos? Voy a citar sólo algunos y por orden cronológico: Traté de bajar del balcón de mi casa desde la copa de un árbol, hacía bromas por teléfono, me disfracé y salí al balcón (el mismo del árbol) a decir poesías, imité la firma de mi papá en el boletín, eché café a las papas fritas pensando que era sal, y muchas, pero muchas cosas más.
Sí, reconozco que hice líos. Dicen que todavía no paré. Ahora, no sé si vale la pena cambiar. Tampoco sé si puedo.
Desde los dos años, tuve asma y muchas veces, no podía jugar como los otros chicos, así que mi papá, que no podía verme triste, llevó el mundo a mi casa. La llenó de libros. ¡Fui tan feliz! Leí desde antes de ir al colegio. Me pasé la infancia entre libros, la vida entre libros. Y, ya no voy a dejarlos.
Crecí en Buenos Aires, pero en dos barrios, Colegiales y Villa del Parque.
A escribir, aprendí en el colegio. La práctica me gustó y desde entonces, escribo. Y en este momento, bueno, igual que con los líos y la lectura.
A los once, quise ser bailarina clásica, pero, no pudo ser porque, en fin… ¿cómo decirlo? En la escuela de danzas dijeron que yo era mucho para el ballet. Mucho. Sí. Mucho cuerpo. Gordita, ¡bah!
Después, me puse de novia y mi marido me dedicó una canción que decía: “Cada piba que pase con un libro en la mano…”. De lo que se desprende que, por lo menos en eso, he sido coherente.
Como no pude ser bailarina, pensé “zapatero, a tus zapatos” y volví a lo mío. Lo mío, sin lugar a dudas, era leer. Así que seguí estudiando y me recibí. Primero, trabajé como profesora, después como secretaria, después, como jefa de no sé qué, después, nada. Nada. Hasta que decidí escuchar al general San Martín y ser lo que debía ser. Por eso, aunque me costó mucho, primero, fui mamá (mi hijo, es lo que llamo “un milagro con pelo”) y después, escritora.
Empecé publicando poesía (soy ferviente escritora de poesías) y después, literatura infantil y juvenil.
Escribí para chicos, entre otros cuentos: “¡A dormir!”, “Cuando duerme Margarita”, “¡Quiero un resfrío!” y “Nadie lo puede negar”, publiqué leyendas: “Leyendas que eran y son” y cuentos para jóvenes “Pelos de alambre”, “Casi me muero” y “Las cosas del crecer”, escribí cuentos de terror “Wunderding y otros escalofríos”, “Sombras y temblores” “El señor de la noche” y una novela policial “Asesinatos en la escuela del perro”. Traduje obras de Edgar Alan Poe y de Robert Louis Stevenson, entre otros, también publiqué poesías para chicos:“Los chirinfinfacos”, y para grandes: “Transparencias”, “Fiesta Brava” y “Las caras de la luna” y…, bueno, algunos más.
Hace 25 años que escribo libros y ahora, como todo lo anterior: tampoco voy a dejar.
Hice y hago todo, o casi todo, lo que los escritores hacen además de escribir, entre otras cosas, soy editora, periodista, jurado, coordinadora de talleres…
Estoy enamorada de la palabra, de la palabra que se lee, que se escribe, que se habla.
Cuando empecé, dije una verdad de Pero Grullo: todo tiene un principio, ahora, voy a decir otra: todo tiene un final y, aunque muchas cosas quedaron en el tintero, doy por terminada esta autobiografía en la que, estoy segura, hice lío, como de costumbre.

 

Olga Drennen

para "7 Calderos Mágicos"
 

 

 
   

Para seguir disfrutando a Olga Drennen

 

 

   
         

 

 

 

No dejes de recorrer en este sitio:

CONTENIDOS * SALA DE LECTURA * SALA DE TRABAJO * AUTORES *

CONCURSOS LITERARIOS * PUBLICACIONES *RESEÑAS * LEYENDAS * TRABALENGUAS

CUENTOS * POESÍAS * TRADICIÓN ORAL * ADIVINANZAS * REFRANES * FÁBULAS

*COLMOS *TABLÓN DE ANUNCIOS * NOVEDADES EDITORIALES * REPORTAJES