De la enseñanza de la Lengua a las Prácticas del Lenguaje

Patricia Silvia Morrone

 

La escuela debe cumplir una función social, y lograr que todos los niños y jóvenes que acuden a ella, se apropien de una parte de la cultura socialmente seleccionada, construida por la humanidad a través de los siglos.

También debe permitir la apropiación plena de la cultura y ser niveladora en esa apropiación, de los elementos de la cultura ante los casos de acceso desigual a bienes valiosos para toda la sociedad. No obstante, se deben respetar todas las manifestaciones culturales de los grupos de origen de los niños ya que esta condición no es justificativo para un empobrecimiento de la cultura a la cual todos tienen derecho a acceder y tomar como propia o reconocerla como una variedad cultural ni mejor ni peor, sino diferente.

Otra función, muy importante, es la distribuir saberes, por lo tanto, distribuye poder. Debe brindar y proveer a los niños, herramientas mediante las cuales adquirir el lenguaje, los conocimientos, el tratamiento de la información, las expresiones artísticas, etc. que le permitirán desarrollar prácticas sociales con espíritu crítico, autonomía, interacción inteligente, en definitiva, resolver situaciones cotidianas de un mundo cada vez más complejo.

La Escuela debe construir ciudadanía, entendiendo la ciudadanía como práctica de lo público. Educar en ciudadanía implica brindar herramientas para el uso responsable de la libertad, para la conquista y el disfrute pleno de los derechos humanos y para la participación autónoma en la vida común.

La escuela debe fomentar el análisis de las prácticas culturales como ejercicio permanente, para que todos los niños se integren a la sociedad. Es necesario difundir actitudes constructivas de consumo, valorar la cuestión económica como base para el desarrollo sustentable, respetando el ambiente y sosteniendo el derecho a una comunicación social libre e igualitaria.

En este marco, los quehaceres del lector, del hablante y el desarrollo de la oralidad resultan primordiales, así lo señala el el Diseño Curricular para al Enseñanza  Primaria de la Ciudad de Buenos Aires del 1° Ciclo “ reside en la formación de “lectores y escritores competentes, niños autónomos, críticos, pensantes, que puedan realizar tanto los quehaceres del escritor como del hablante y del lector”.

Sin embargo, lograr el acceso de todos los alumnos, al mundo de la escritura, la lectura y la oralidad, no resulta una tarea sencilla.

Es imprescindible abrir un abanico de propuestas. Hay que leer: para emocionarse, divertirse, conocer otros mundos posibles, reflexionar sobre la realidad, sobre sí mismo y sobre las conductas de los otros. Es primordial compartir la lectura de un texto, comentarlo, intercambiar opiniones, confrontar interpretaciones. El docente debe saber elegir el texto adecuado al alumno, leer para él e interrumpir la lectura para favorecer anticipaciones de contenido o desenlaces.

Es conveniente contarles cuentos a los niños y hasta resulta posible formar un círculo de lectores desde el primer grado.

Poco a poco es necesario dar pautas para localizar la información buscada, usar los índices, buscar noticias en los diarios, diferenciar títulos de subtítulos, adecuar la modalidad de lectura al propósito y al texto, no son respuestas naturales, requieren de estrategias de aprendizaje para su apropiación. Leer minuciosamente, descubrir núcleos temáticos, relacionar lo que se lee con lo que se leyó, centrarse en lo esencial, vincular lo leído con la vida cotidiana, deben constituirse como práctica cotidiana en la escuela capaz de atravesar transversalmente los contenidos.

Interpretar un texto implica: frente a una duda, avanzar, releer lo que genera dudas, resolver sobre el significado de una palabra, hacer hipótesis basadas en el contexto, comenzar a usar signos de puntuación y conectores.

Formar lectores va de la mano de formar escritores y es muy difícil escribir, si no existe una oralidad desarrollada. La lectoescritura, está anclada a conocimientos previos, anticipaciones, correspondencias. El docente debe proveer el contexto que sirva al niño para llevarlas a cabo, teniendo presente que estas cuestiones le servirán para argumentar, debatir y confrontar, y son en definitiva, herramientas para la construcción de ciudadanía.

El docente debe ofrecer múltiples situaciones facilitadoras del aprendizaje. Debe leer mostrando el o los portadores, dando datos, secciones e informaciones que evidencien ante los niños el comportamiento del lector. Debe comparar escrituras, hallando partes comunes en escrituras diferentes.

La práctica de la escritura, supone ofrecer un ámbito en el que tiene sentido escribir para comunicarse, sirve para distintos destinatarios. Tanto en el aula, como a nivel institucional, es necesario escribir con propósitos específicos: escribimos las pautas para usar la juegoteca u organizar la biblioteca del aula.

El docente debe entender que los niños no son “descifradores” ni “sonorizadores” de textos, son lectores plenos.

 

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