La educación que resiste a las crisis.

Un ideal democrático que ha regido los destinos de la educación en la Argentina logró imponerse a los intentos por volver selectivo el acceso al saber, dice la especialista Adriana Puiggros

 
 

 

Ni la globalización ni el neoliberalismo lograron arrasar con la utopía sarmientina expresada en la ley 1.420, de 1884, que democratizó la educación en la Argentina. Ese fenómeno es uno de los objetos centrales del ensayo De Simón Rodríguez a Paulo Freire. Educación para integración iberoamericana, de Adriana Puiggrós -doctora en pedagogía, investigadora, docente y directora del programa Alternativas Pedagógicas y Prospectiva Educativa en América Latina-, que fue premiado por el Convenio Andrés Bello, con sede en Colombia, y será próximamente editado en toda América latina. Tal vez esa tesis contribuya a explicar por qué, tras la crisis institucional más violenta que vivió la Argentina, la tasa de analfabetismo en el país apenas roza el 3 por ciento. "Los sectores conservadores propiciaron una educación selectiva pero, afortunadamente, entre los mandatos de la escuela argentina predominó la voluntad de incluir", señala Puiggrós. Para lograr su objetivo integrador, la escuela históricamente asumió problemáticas que le eran ajenas y en la última crisis, "resultó ser la institución que tuvo la mayor capacidad para atender los problemas sociales. Pero debió hacerse cargo de un daño social tan grande que se vieron perjudicadas las tareas pedagógicas específicas".

 

Neoliberalismo, globalización y crisis fueron una constante en la mayoría de los países de América latina. Por eso, en su reciente trabajo, la educadora sostiene que la fertilidad de las experiencias latinoamericanas en materia de educación -rescata y discute las de Freire en Brasil y Rodríguez en Venezuela- se traduce en una continuidad de la historia regional y de su potencia educacional capaz de cimentar líneas de acción hacia la integración de los saberes socialmente productivos.

 

El haber sorteado las consecuencias más nefastas de la globalización en materia de educación, sin embargo, no implica que las instituciones educativas latinoamericanas no hayan sufrido averías. "Los estados latinoamericanos -sostiene Puiggrós­ deben acordar programas compensatorios de la desigualdad, coordinar la transmisión de saberes socialmente productivos y aunar políticas de estado que defiendan a la educación de normativas como las de la Organización Mundial del Comercio que la convierten en una mercancía."

 

Durante los años 90, la región asistió a un proceso que tendió a quitarle a la educación su carácter de bien social. La privatización de la enseñanza en la Argentina, por ejemplo, se incrementó notablemente en los últimos años, sobre todo en el ámbito universitario: de las universidades nacionales. 33 son públicas y casi 50 privadas. Pero el problema no es la privatización; sino la brecha educacional promovida por los que Puiggros denomina “resucitadores de Thomas Malthus": los que adaptaron a la educación la máxima del economista británico discípulo de Adam Smith, quién a fines del siglo XVIII sostuvo que la producción de alimentos no era suficiente para abastecer a todos los habitantes del planeta, ya que, argumentaba, la población se reproducía geométricamente pero los recursos en forma aritmética. El hambre y la pobreza eran así parte de la evolución natural de la historia, y tendían a equilibrar el orden de las cosas. Esta teoría, dice la educadora, "ha sido restaurada para justificar la necesidad de restricciones educacionales a los sectores menos favorecidos y reducir la oferta de educación a las masas. Varias teorías pedagógicas actuales vinculan el neomalthusianismo con el neodarwinismo, y sirven para diseñar una pedagogía de la selección natural: arma política para justificar la educación para una sociedad de estratos". La creciente complejidad del sujeto pedagógico en las grandes ciudades latinoamericanas, en parte debido a los flujos migratorios, "proporciona sin embargo una inédita posibilidad de universalizar las culturas". Ese es, acaso, uno de los desafíos más grandes de la pedagogía latinoamericana: "Retomar su propia tradición democrática, que recorre un camino sinuoso pero insistente".

Cecilia Fumagalli

Revista Ñ

16.4.2005

 
     
 

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